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Hoy se inicia la Bienal de Venecia, hace tiempo que sigo las manifestaciones realizadas por Santiago Sierra y Antoni Muntadas, con los que comparto postulados artísticos. Una mirada crítica sobre cuestiones relacionadas con el capitalismo, (Sierra) y entender el arte como un work in progress, que no solo exige la contemplación sino que necesita traducción como propugna Muntadas y expresa Tarantino “Atención: la percepción requiere empeño”. Pero hay unas manifestaciones de Sierra que no comparto: “Los restos objetuales cumplen la función de documentar un hecho finalizado del que de otra manera no tendríamos noticias; asimismo, estos restos son a veces lo único comercializable en mis acciones. Una obra de arte, como cualquier otro producto, puede decir sólo aquéllo que no incurra en contradicción con su capacidad de salir y obtener su precio en el mercado, esto rige tanto para un producto médico como para un soneto. La aspiración suprema de cualquier objeto fabricado es la mercancía. Son las reglas de juego>”

Creo, que la aspiración de una obra de arte en cuanto objeto, no es convertirse en mercancía. En si misma mantiene una “vida”, que desde su dimensión sagrada, podemos compartir como naturalezas esenciales que somos. Quizás se dio en las manifestaciones de Sierra, un planteamiento al que nos aboca de forma continua la economía de mercado, al alterar las palabras que mejor definen algo para utilizar el propio lenguaje del mercado, estableciendo metáforas, que en el mejor de los casos son perversas y discordantes, ejemplo, un “objeto fabricado>” no es exactamente una obra de arte, y entenderla como un producto, nos puede llevar a confundir valor y precio.

El ARTE se mueve en la búsqueda de la esencia desde cualquiera de sus innumerables miradas, careciendo de competitividad per se, el acercamiento al mismo tiene mas que ver con percepciones personales, niveles de conocimiento, interacción con el proyecto vital del artista, sensaciones, emociones, etc.

Surge así mi propuesta de la interferencia del Arte propugnando sus postulados y negando alguno o todos los atributos que se le suponen al mercado, manteniendo una relación paritaria en la búsqueda de sinergias. Estableciendo acciones que no estén en consonancia con los criterios del mercado. En definitiva, que el artista sea de facto un activista cultural, utilizando los intersticios que le deja el sistema para intentar transgredir y subvertir “las reglas de juego” los basamentos que sostienen al mismo y que de alguna manera están generando una injusticia social y socavando uno de los principios inalienables del hombre, la dignidad.

El ser conscientes de nuestro lenguaje, (la voz como expresión de la idea) nos hace más libres.

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